El kirchnerismo no devolverá los tres despachos que reclama Emilio Monzó, entre ellos el de Máximo Kirchner, quien fue desalojado hace un mes pero no se fue.

Como explicó LPO, Monzó envió una carta a Héctor Reclade pidiéndole una vez más el despacho 340, que ocupa Máximo Kirchner, pero también los de Carlos Kunkel y Teresa García, todos en el tercer piso, propiedad del FpV desde 2007.

Y exigió además el comedor del bloque y la Sala Néstor Kirchner, rebautizada “Sala Juventud” por Cristina Kirchner, un amplio despacho reformado por La Cámpora para reuniones de la agrupación.

El presidente de la Cámara le dio un plazo de 72 horas para recibir las llaves, bajo amenaza de apelar a medidas administrativas para el desalojo. No sería otra cosa que enviar personal de seguridad.

Lejos de obedecer, el FpV ignoró la amenaza. Según supo LPO, respondió esta tarde por “vía administrativa” y el martes esperará que Monzó envíe corpulentos custodios a echar a los empleados por la fuerza.

Sobre todo porque no se trata de un día más: ese mediodía será la inauguración de sesiones ordinarias, donde Mauricio Macri ensayará un discurso tal vez con duras críticas a la herencia de Cristina Kirchner.

Recalde sostuvo hoy que la presión para entregar los despachos fue una “estrategia para provocar para que no vayamos a la Asamblea Legislativa del primero de marzo. Pero se equivocan: nunca se planteó no ir”, anunció.

Recordó que no asistieron a la jura de Macri porque “por una disposición absolutamente inconstitucional se le recortó el mandato a la presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner, entonces en solidaridad no bajamos al recinto”.

“Ahora no pasa nada de eso, más allá de esta provocación para que no bajemos. Nosotros no nos medimos por centimetraje de construcción, nos medimos por principios y por militancia", completó Recalde.

Cerca del jefe de bloque cuentan que su sorpresa fue que venían teniendo reuniones cordiales con Monzó y pronto les llegó el pedido de desalojo.

En la carta hubo argumentos para justificarlo: se recuerda que la distribución de despachos data de 2007 y a partir de una composición de la Cámara que dejó de existir en la última elección.

Los más damnificados son las nuevas autoridades de la Cámara. El vicepresidente tercero Felipe Solá tiene un despacho en un departamento de calle Riobamba; Nicolás Massot, jefe del bloque PRO, se ubicó en el 7 piso del anexo 1; y José Luis Gioja, vice segundo, tampoco pudo entrar al palacio principal.

En el FpV dicen que ya tienen tres despachos libres para esos diputados, uno de ellos el que ocupaba Edgardo Depetri. Pero Monzó busca despejar el tercer piso de sus referentes, para marcar el cambio de época. 

El presidente de la Cámara tiene el mismo problema para distribuir empleados, porque la mayoría quiere seguir con el FpV, pero no hay dónde ubicarlos.

A diferencia del Senado, en la Cámara baja los despidos reales no pasaron de 100 aunque sí hay una revisión general de los nombramientos.

Habría unos 300 empleados del FpV en esa tanda y Recalde recibió la oferta de contenerlos, pero no pedir más gente. El problema es que la mayoría son de La Cámpora. Y no quieren ir con cualquier diputado.