Triple Crimen
Desinformación, negligencia e inexperiencia: los otros “cepos” del Gobierno
Por Luciano H. Elizalde
¿Qué es lo que sucedió para que las principales fuerzas de seguridad de la Argentina y el propio gobierno nacional hayan caído en este error estratégico?

El sábado 9 de enero parecía ser un día de felicidad para el Gobierno Nacional. Se había capturado a los tres prófugos. Durante aproximadamente cinco horas, las máximas autoridades nacionales y provinciales creyeron que los prófugos estaban nuevamente en poder de las fuerzas de seguridad. Alrededor de las 17 horas, empezaron a reconocer que sólo tenían apresado a Martín Lanatta. Su hermano Cristian y su compañero Schillaci, no aparecían.

¿Qué pasó? ¿Qué es lo que sucedió para que las principales fuerzas de seguridad de la Argentina, dos de los principales gobiernos provinciales del país y el propio gobierno nacional hayan caído en este error estratégico?

Las fuerzas de seguridad encargadas del operativo saben perfectamente que las decisiones y el mando se gestionan según la fórmula “C3I”: Control, Comunicación, Comando e Información. 

En este caso, el Control sobre las fuerzas de seguridad, los medios y las acciones que pueden generar cambios en la situación. Del Comando (cadena de mando) dependen las órdenes emitidas y recibidas para realizar acciones con fines definidos desde un centro de decisión. La Comunicación de tipo horizontal, vertical, interna o externa, hace que sea posible el Control y el Comando. Por último, es necesario producir y distribuir Información de calidad para que lo que se decida, se controle y se haga, sea eficiente.

Lamentablemente, el Gobierno se dio cuenta en medio de la crisis que esta fórmula no funciona en la Argentina. Se encontró con problemas de Control (en la fuga y en la primera búsqueda en el conurbano), de Comando (la coordinación entre las fuerzas federales y las fuerzas provinciales), de Comunicación (cuando creyó en la información que le pasaron los efectivos que estaban en el terreno y cuando salió a anunciar las capturas que no habían sucedido) y de Información (cuando se confundió la “cadena de mando” con la “cadena de la información”).

¿Cuáles son los cambios inmediatos que debería tomar el comité de crisis para los próximos días? ¿Qué cosas especialmente se deberían considerar para avanzar en una situación de tanta complejidad?

Primero, sería mejor partir del principio de que la información corre pareja a la desinformación. Enfrentarse a enemigos como el narcotráfico implica partir del supuesto siguiente: “Primero pensar mal, después pensar bien”. Este es un principio informal de la “comunidad de inteligencia”. Saben del problema de volatilidad e intangibilidad de la cadena de la información. La lucha contra una fuerza del nivel de sofisticación y de astucia del narcotráfico no permite presumir que todo lo que tenemos ante nosotros es “información”, es decir, datos que sirven para orientarse y tomar decisiones. La “desinformación”, que a simple vista parece información, en realidad consigue lo contrario: tomar decisiones a favor del que se encuentra del otro lado. El comité de crisis necesita encontrar ciertas pautas para tratar la información antes que nada como desinformación hasta que tenga pruebas de lo contrario.

Segundo, tener conciencia siempre de que la “cadena de mando” y la “cadena de la información” no siempre corren en paralelo. Algo similar ya le ocurrió a Cristián Ritondo cuando repitió la información que le dieron los mandos policiales de la provincia. La “cadena de mando” funciona por medio del vínculo que genera la “autoridad”. Esto está bastante claro la mayoría de las veces. Pero la “cadena de la información” es un proceso basado en la “confianza”. Sin confianza no es posible saber la diferencia entre la “información” y la “desinformación”. Sin “confianza personal” (equipo) y sin “confianza sistémica” (procesos de decisión) no se puede gestionar algo tan complejo como la crisis que se tiene entre manos, donde el tiempo y la fricción de las situaciones hacen que sea una situación tan cambiante. A corto plazo habrá que tener personas de mucha confianza en el terreno para que confirmen o no, la información que se está usando. A largo, será necesario pensar en una política de coordinación de fuerzas nacionales y provinciales bajo pautas y procesos diferentes.

Tercero, hay que gestionar de manera “prudente” la comunicación directa. La “prudencia” es un valor clásico pero ya casi olvidado en la política moderna. Debería ser reincorporada a la toma de decisión en crisis ya que estos medios de comunicación directa activan la excitación y la ansiedad por aparecer con novedades. Las redes sociales y las tecnologías digitales son mecanismos poderosísimos de comunicación, pero pueden hacer que caigamos en una trampa. Entre otras cosas, porque están activados por valores contrapuestos a la “prudencia” (la impaciencia, la ansiedad, la falta de serenidad). CFK nunca respondía demasiado rápido en una crisis. En verdad, algunos criticaban esta medida. Pero esto le permitió –entre otras cosas— salir no tan mal evaluada de este tipo de situaciones. La velocidad de la comunicación en la crisis no puede ser una constante, sino una variable. No tiene sentido que el Presidente o la Vicepresidente se hayan arriesgado twitteando una felicitación sin antes tener una confirmación directa (visual) del hecho; ya habrá tiempo de reconocimientos públicos y de premiar a las personas que han trabajado. Pero el error si es muy importante para la sociedad. La comunicación política tiene que cuidarse de velocidad y exposición de las redes y de los medios de comunicación directa.

Aparentemente, no hay antecedentes cercanos de cómo comandar fuerzas de seguridad diferentes y coordinar sus acciones sobre un territorio amplio. Y mucho más cuando la situación es conflicto o enfrentamiento de máxima intensidad (con violencia física incluida). La fricción es muy alta: todo lo que puede fallar, falla. Lo que ocurrió no sólo fue un problema de manejo de información y de la comunicación de gobierno. Es además, la expresión de la falta de experiencia del trabajo coordinado de fuerzas de seguridad provinciales y federales cuando los errores se combinan letalmente con el sabotaje y los ataques orquestados. Hay mucho para hacer si realmente se quiere tener un sistema de inteligencia y de seguridad que se pueda enfrentar al narcotráfico. 

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