El contador Gustavo Fernández, responsable de la vocalía de Municipalidades formalizó hoy su jubilación y a partir de mañana el Tribunal de Cuentas bonaerense no podrá emitir fallos respecto de los números de los gastos de los intendentes y del gobierno provincial.

Ese organismo presenta una situación compleja toda vez que la estructura de cuatro vocalías y un presidente está desarmada. Solo queda un vocal -que se iría en breve- y el presidente Eduardo Grinberg.

Fuentes del Tribunal aseguraron a LPO que previendo la salida de Fernández, al día de hoy se formalizaron todas las cuentas correspondientes al ejercicio 2016. Según explican, de esta forma, no hay expedientes en lo inmediato para resolver.

Lo cierto es que formalmente, desde mañana el Tribunal se queda sin quórum. Con apenas dos integrantes de cinco, no llega a los tres necesarios para poder sesionar y emitir fallos.

La salida de Fernández había sido adelantada por LPO en enero. Lo que sucedió hoy fue la confirmación de un hecho que era un secreto a voces. Por entonces también había trascendido la inminente salida del vocal Miguel Teilletchea, algo que se espera para los próximos meses.

La situación en el organismo encargado de controlar las cuentas del gobierno y los 135 municipios es compleja toda vez que en 2016 falleció la vocal Cecilia Fernández y el año pasado renunció Héctor Gieco, otro de los vocales.

Mientras tanto, María Eugenia Vidal evita tomar definiciones sobre los reemplazos que deberán ser nombrados por el Ejecutivo con acuerdo del Senado y el cargo es inamovible.

El Tribunal es un órgano de la constitución de la provincia de Buenos Aires. Los vocales deberán ser nombrados por el Ejecutivo con acuerdo del Senado y el cargo es inamovible.

Se trata de una estructura con enorme poder sobre funcionarios e intendentes. Un fallo adverso de un tribunal sobre un funcionario del gobierno bonaerense puede ser el puntapié para una causa judicial. En cuanto a los intendentes, el Tribunal simboliza el terror de todos los alcaldes toda vez que tiene la potestad de no aprobarles las cuentas.

El órgano de decisiones del Tribunal esta conformado por una presidencia -que está a cargo de Eduardo Grinberg- y cuatro vocalías: dos encargadas de auditar los municipios; una que se ocupa de controlar las reparticiones autárquicas y entes especiales; y otra que se ocupa de controlar la administración central, es decir, el Ejecutivo. Todas estas vocalías quedarán vacantes en breve.

Se sabe que la Gobernadora no tiene simpatía con ese organismo. No se trata de diferencias con Grinberg ni con ninguno de los vocales. El problema es la dimensión de la estructura.

Es que el funcionamiento del Tribunal impacta con la celeridad que le quiere imprimir Vidal a la burocracia del Estado bonaerense. En La Plata, los funcionarios de Vidal están obsesionados con ganarle a los viejos mecanismos de la administración provincial.

Ayer, en una charla en el Rotary Club, la Gobernadora aseguró que su gobierno administra "175 mil expedientes por año en papel. Literalmente los expedientes se transportaban en carritos de supermercados". Y agregó que "eso no es negligencia, es intencional. Es algo que se construye a lo largo de los años para saber dónde está el problema. Yo tardé dos años en descubrir el subsidio a la hípica".

El Tribunal de Cuentas encaja en esas preocupaciones. Aunque es el primer organismo que implementó el expediente digital y la firma digital en la provincia, para este año, tiene presupuestado casi 750 millones de pesos. Existe otro dato interesante: En el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no existe una estructura similar a la del Tribunal de Cuentas.